Ya casi
arranqué la última hoja del calendario, y como cada fin de ciclo
miro hacia atrás para ver la trayectoria que he tomado. Yo sola me
río, pensando en que no cumplí ni una de mis metas marcadas, no
alcancé mis sueños, sigo con mis vicios, con mis defectos y mi
enorme pereza.... Sigo siendo Humana.
De los
retales de mi persona he ido proyectando mi alma, anulando quien era,
desterrándome a mi misma, sin miedo a perderme, hasta lograr
Encontrarme.
Grite y
vencí, caí y me levanté, y cada día lucho afrontando el arduo
destino que Dios escogió para mi. De mis miedos pocos quedan, ya que
los fui quemando a fuego lento, entre pasiones y desaliento, entre
rugidos y lamentos, hasta transmutarlos en Amor.
Pocas
hojas quedan de este manío calendario, como páginas de un libro ya
leído, resabido, este año voy abandonando, con valor y confianza,
con inquietud pero con atino.
En la
ignominia del ser humano, en la hipocresía del cobarde, he
distinguido la tiranía y el pavor al cambio, empujándonos al miedo,
al desconsuelo, a la opresión del pueblo. El Poder es ilusorio, el
dinero transitorio, y sólo un medio para esclavizarnos. No os
tememos, no nos callamos, no teneis poder para dominarnos.
De los
cuentos que escribo, los sueños que realizo, me quedo el suave sabor
a las mieles de la creación de mi fecunda alma. Quizás no hallé la
frase definitiva, ni alcancé la paz del alma mía, pero el amor que
sembré con Amor se vio recompensado.
Justo
cuando creí que mis batallas perdía, un leve resplandor en el
horizonte me susurró que aun no está todo acabado.
La
esperanza en la transmutación alquímica abandoné, y cuando pensé
mis batallas perdidas, una sola voz me demostró cuan hermosa es mi
raza, única, pionera, la encargada en traer los Cielos a la Tierra.
Quizás
este año soñé poco, esperé menos, y aun así, la decepción
volvió a derribar los muros que franquee contra mi misma. Saqué
todos los monstruos de mi armario, rogué, amé y hasta supliqué; en
ocasiones me vencí a mi misma asombrando al mundo, en otras la
vergüenza y la derrota fueron mis escuderas. No me escondí tras
escudo alguno, en mi defensa callé, pero empuñé la espada de la
justicia por mi hermano. Perdoné el error, y el rencor se disipó de
mis entrañas. Al vil en mi amor envolví, tejiendo velos que
endulzaron las improntas. De todo me despojaron, y aun así mis
riquezas verdaderas quedaron, quizás por que jamás fueron
arrebatadas de mi alma, que a fuego impresas en mi ser quedaron.
Quien me
quiso envolver en mentiras e hipocresía de mi camino he apartado.
Las
hojas se están terminando, y mi anhelo no alcanzo, con Dios me
enfadé al no comprender sus razones, y aún así, no nos hemos
abandonado. Como un reloj de arena, que sus últimos granos están
por pasar a través de la estrechez, o las últimas notas del sitar
de una vieja leyenda de amores marcados, el último aliento de un
desterrado, en el mundo de los sueños he vagado, hallando las
respuestas que mi corazón había pronunciado, y cuestionándome
dudas nuevas, ay, incansable corazón errante.
Piedras
milenarias toqué, absorbiendo por cada poro de mi piel la historia
de una civilización grandiosa, enorme, eterna.... Castillos y
mazmorras pise con mi alma descalza, en busca del saber, del
conocimiento, la comprensión y la calma.
Sigilosos
son sus pasos, pero inevitable el encuentro de un nuevo año, este
ciclo casi acabó, es el comienzo de uno nuevo, de esperanzas y
retos, de miedos derrotados, de oscuridades alumbradas y de sueños
realizados.
FELIZ
COMIENZO DE CICLO. I.R.